La importancia de la ansiedad , la preocupación, el miedo, o como deseemos llamarla, cuando mantenemos una relación sexual, estriba en un hecho psicosomático. Cuando esta, la ansiedad, se activa por cualquier circunstancia psíquica u orgánica que en el gráfico vemos en la esquina de abajo en rojo, dispara la Noradrenalina (1) por activación del sistema simpático y este actúa sobre los receptores (2) de la Rho kinasa (3) que junto a un cambio de otros iones (4) va a producir una vasoconstricción (5) (mecanismo de estrechamiento de las arterias), eso terminará con una pérdida de la rigidez de los cuerpos cavernosos (6), tanto masculino como femenino.
En la parte superior del cuadro vemos como un estímulo sexual (7) adecuado al individuo va a activar al oxido nítrico sintasa, nNOS (8) que a su vez activará el óxido nítrico, NO (9) que mediante varias vías (10) producen la vasodilatación (11) y por tanto la erección (12) del pene y del clítoris.
Este es en última instancia el mecanismo principal por el que casi todos los casos que tratamos requieren de la apreciación psicosomática para conseguir, con el tratamiento, un cambio de conducta que haga que la persona con disfunción sexual no genere más ansiedad frente a la disfunción en sí y como en muchas otras ocasiones, una simple preocupación, un pensamiento moral o laboral pueden generar esta situación de activación simpática.
Los miedos a no dar la talla, a quedar embarazada, a no disfrutar de la experiencia como se imagina que “debe” ser, al perder la imagen que damos a los demás, etc., complejos, personalidades obsesivas, malas relaciones personales o de pareja, todo ello conlleva activaciones simpáticas.
En muchas ocasiones el médico nos administra algún tratamiento farmacológico para la erección, para la excitación femenina aún no hay nada, y comprobamos como hace efecto unos días, pero más pronto que tarde ya no nos sirve, y es que el fármaco está actuando solo sobre el pene, para nada sobre las estructuras cerebrales que generan esa ansiedad ni sobre la ansiedad misma.
En muchas ocasiones la persona misma no percibe la ligera ansiedad que se produce ante pequeños cambios en nuestra mente o en nuestro cuerpo durante la actividad sexual. También en ocasiones, traumas infantiles, educaciones restrictivas, ideas equivocadas respecto a la situación que se vive, se cruzan de forma «simbólica» por nuestra mente cuando estamos en esa actividad sexual y la persona no es consciente del todo.
La medicina psicosomática que maneja una buena parte de técnica psicológicas, entre otras, las cognitivo conductuales, reestructuración cognitiva, técnicas de control de estrés, relajación, programas de incremento de fantasías, control de habilidades, etc… y junto a la farmacología, consigue facilitar los cambios de esos mecanismos cerebrales que cada vez generan más ansiedad.
Con la resolución de la ansiedad, y de los mecanismos psíquicos, psicosomáticos y orgánicos que la generan se tratan con magníficos resultados todas las disfunciones sexuales.
Pedro Villegas S.