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Cada vez son más los casos que me llegan de este tipo y por ello he decidido exponer uno de los más repetidos. La mayoría viene porque la pareja ha notado una disminución de las relaciones tanto en cantidad como en la calidad de las mismas. Otros porque ya no consiguen tener erecciones o eyaculaciones con su pareja.

Los nombres y datos son ficticios.

Juan, 37 años divorciado hace 4 años, acude porque está intentando vivir con una mujer que conoció hace un año y no siente deseo ninguno hacia ella, en cambio se masturba casi a diario mirando pornografía o interactuando con los chats de líneas eróticas.

No hay antecedentes orgánicos, antes de venir a consulta se ha revisado por un urólogo que le ha pedido analíticas hormonales (no tendría que haberle pedido análisis, si hay ganas de masturbación está claro que el sistema sexual orgánico funciona).

Entre sus antecedentes psíquicos está el que la ruptura con su anterior compañera fue bastante traumática, cuando por fin se separaron llevaban casi dos años sin sexo, él, que ya desde joven tenía una excesiva afición a la pornografía, se volcó en esto,  comenta en este sentido que siempre se consideró muy ardiente.

En sesiones posteriores descubro que más que ardiente era bastante obsesivo por el sexo pornográfico, uno de los motivos de la separación eran las frecuentes peleas del matrimonio por tener relaciones, el insistía y si no conseguía se enfadaba varios días y ella cada vez le rehuía más, ambos evitaban cualquier acercamiento afectivo. Recuerda como en alguna ocasión se dejó sorprender, a propósito, para que ella lo viese masturbándose con la pornografía. Su idea, la de hacerla ver que el problema era ella y no el, que estaba “sano”.

Tras la separación se encierra en su mundo, de casa al trabajo y de este a casa, donde pasaba muchas horas enganchado a Internet, siempre con temas sexuales, se citó con varias mujeres de su ciudad, a través de las páginas de encuentros, y todas lo dejaron tras la primera cita. No lo entendía pero seguía en el intento.

Hace un año conoce a María (su actual pareja) y parece que se gustan pero es incapaz de entender que debe cambiar su sexualidad. Esta chica le aceptó sus maneras sexuales: bruscas, directas y sin erótica al principio de la relación, pero ahora le ha dicho que o cambia o también lo deja, esto lo ha llevado a no sentir deseo por estar con ella. Él se esconde para seguir consumiendo pornografía y ella no tiene idea de esto.

Cuando le cuento el trabajo que hemos de hacer para tratar de resolver su problema parece entender las causas y se viene abajo. Ha entendido en una sesión la barbaridad que ha estado haciendo durante años, llora sin consuelo. No tiene antecedentes de otras obsesiones.

En este caso se hace absolutamente necesario el compromiso por su parte de abandonar el consumo, no quiere que ella se entere, pero le hago ver que, como el drogadicto, necesita del apoyo de quién lo quiere, por lo que decide contárselo todo y correr el riesgo de perderla si ella no lo entiende. Afortunadamente ella estaba muy enamorada y aceptó, tras varias sesiones, la situación.

Tras pocas de sesiones el caso quedó resuelto, trabajamos con técnicas de modificación de conducta, técnicas de reestructuración cognitiva,  su forma de practicar el sexo y su “enganche” a la pornografía, conseguimos que se quitara las ideas de “supermacho” que la porno le había metido en la cabeza, lo entrenamos en habilidades afectivas, de seducción y erótica y se encontró con una sexualidad que no conocía para nada.

Al año, en una llamada por mi parte de seguimiento estaba encantado con su recién estrenada sexualidad real. Había dejado la pornografía aunque comenta sentir las ganas de vez en cuando. Trabaja con ordenadores todo el día y tiene fácil mirar estos sitios.

Problemas derivados del uso continuado de pornografía

Este listado de problemas es el resultados de un buen número de estudios científicos. Entre otros se han destacado varios problemas que se presentan habitualmente entre las personas consumidoras de pornografía ya en fotos fijas ya en vídeos.

1 – Fantasías que difícilmente se pueden tener al alcance en la realidad. Con la consiguiente insatisfacción del deseo no cumplido, esto acaba, entre otras en varias posibilidades:

  •   Búsqueda de la experiencia en prostitución o sitios de contactos en Internet o cualquier otra posibilidad de encuentros extramaritales
  •  Petición a la compañera de intentar las fantasías. Posibilidad ante la que ella puede:
  1. Negarse y usted aceptar la negativa de buen grado (esto es muy poco frecuente, la mayoría de hombres se enfadan frente a la negativa de ellas)
  2. Negarse y usted revelarse contra ella. Con las consiguientes situaciones conflictivas de pareja, enfados, rupturas, engaños,  etc…
  3. Aceptar con agrado
  4. Aceptar por la pareja o los hijos y hacer algo en contra de sus ideas o valores con el consiguiente desequilibrio y desarrollo de otras problemáticas.eyacu

2 – Neofilia, que es la necesidad de buscar parejas distintas. Esto queda como una idea fija, la de que con otra mujer me iría mejor y comienza por una sola experiencia y nunca se sabe cómo va a terminar.

3 – Exclusividad del estímulo visual como arranque de la respuesta sexual, lo que implica una gran dificultad para imaginar y fantasear mentalmente. También con el agravante de que el estímulo visual de las pantallas son siempre personas jóvenes y generalmente escogidas con cuerpos muy trabajados, esto se enfrenta a la realidad de los cuerpos cotidianos que pueden acabar resultando poco agradables para la persona que consume pornografía.

4 – Alorgasmia, entendida como necesidad de imágenes sexuales mentales para alcanzar el orgasmo. Habitualmente casi todas las personas usan (unas más que otras) alguna visualización de fantasías propias más o menos elaboradas para facilitar el orgasmo, en estos casos se hace necesaria y muchos convencen a su pareja de ver pornografía a la vez, con el consiguiente agrado o desagrado de esta.

5 – Aumento del umbral de excitación, con falta de reacción ante estímulos sexuales habituales. Esto es, cada vez se hacen más necesarios estímulos más intensos que la pareja puede estar dispuesta o no a llevar a cabo.

6 – Desvío del objeto de deseo, por el que la pareja deja de ser el blanco del impulso. Con el probable conflicto de búsqueda de nuevos encuentros y posterior problema para la pareja.

7 – Dificultades para llegar al orgasmo si no es por uno mismo. Es una queja cada vez más habitual, – al final siempre necesito estimularme yo solo para poder llegar al orgasmo-mientras la otra persona se queda mirando como él o ella es incapaz de provocarle ese placer a su pareja y esto genera una insatisfacción o bajada de la autoestima.

Si al leer este artículo te sientes identificado, si ya lo intentaste por tu cuenta y no conseguiste el resultado que esperabas o sospechas que tu pareja está en esta situación, no lo dudes escríbeme a consultas@pedrovillegas.es y vemos qué posibilidades tiene tu caso. Si estás lejos o prefieres la intimidad de tu casa para resolver o aclarar tus dudas puedes hacerlo a través de mi consulta Online