Hace Algunos años el estudio APLAUDE (2002) o los más recientes como el del grupo de trabajo AIDS-AP (2006) comprobaron como muchos pacientes que consultan sobre la disfunción eréctil padecían una diabetes mellitus o una glucosa basal alterada. También esta enfermedad altera la función sexual femenina y favorece problemas como la disminución de la lubricación vaginal (37%), problemas de deseo (26,7%), orgasmo (21%) y dispareunia o dolor durante la penetración (23,1%).
Se ha constatado que la aparición de estas disfunciones depende del control metabólico y los mecanismos se basan en las alteraciones endoteliales, vasculares, neuropáticas, hormonales o estructurales (relacionadas con el tejido conjuntivo), pero una vez aparece la disfunción sexual estas no revierten con un mejor control de la glucemia.
En sexología comprobamos como muchos de estos casos, que suelen venir por las disfunciones, ya se les presentan en un 100% de las oportunidades en que mantienen relaciones, y son susceptibles de mejorar cualitativa y cuantitativamente con la terapia sexológica.
En la mayoría de los casos las lesiones que produce la alteración de la glucemia no son definitivas, es decir no lesionan la totalidad de las arterias o del sistema nervioso. Sin embargo el temor. La ansiedad a volver a fallar, las conductas alteradas, como los mecanismos de auto-observación, o las conductas de evitación del encuentro afectivo, los miedos o la disminución de la autoestima, si dan un agravamiento del problema que si justifica la aparición de la disfunción en casi el 100% de los intentos de mantener una relación.
Una vez que la persona con diabetes se hace consciente de que su vida sexual también se ha visto alterada entra en una dinámica de resignación en la que da por perdida toda posibilidad de seguir viviéndola con normalidad o alegría. Y esto no es así.
Es cierto que algunos días en que el metabolismo glucémico esté peor esa persona no podrá responder con
normalidad al encuentro sexual, pero el resto de los días si podría desempeñar mejor su respuesta. Es aquí donde entra el trabajo de la sexología psicosomática que con ayuda de algunos fármacos y sobretodo con las técnicas de modificación de conducta mejorarán notablemente la vida sexual de estos pacientes. La reestructuración cognitiva favorece el cambio de idea de una sexualidad totalmente centrada en el coito a esa otra mucho más placentera de una sexualidad basada en su cuerpo completo y su mente abierta a los cambios. La adaptabilidad y flexibilidad del ser humano a las distintas situaciones de la vida es su mayor logro para buscar y disfrutar de la sexualidad.
La diabetes no llega igual a todas las personas pues su personalidad va a influir muchísimo sobre el como se vive el trastorno, así las personas algo obsesivas van a sufrir más que las que no lo son, los perfeccionistas entran en una dinámica de no aceptación del hecho o aquellas otras con sentimientos depresivos o con facilidad para la angustia que desarrollarán una franca retirada de todo lo que sea placentero en sus vidas. Trabajar con la personalidad y las creencias favorecen una pronta recuperación de algunas de nuestras conductas vitales.
En ocasiones es con la pareja de la persona con diabetes con la que hay que trabajar en terapia pues es ella la que no acaba de entender el proceso y son sus ideas respecto de la enfermedad y la salud las que pondrán más obstáculos para la vivencia de una sexualidad sin problemas.
En consulta he tratado casos en los que se han conseguido que la persona acepte (no se resigne) que hay días en que efectivamente no hay respuesta genital, pero si del resto del cuerpo, y por tanto pueda vivir su sexualidad acomodándose a su estado metabólico ese día y otros muchos días en que la alteración metabólica no es tan intensa y sí que se consigue incluso respuesta genital normal y más que suficiente para disfrutar de encuentros placenteros.