Desde hace un par de años, los postpandémicos, hemos notado un incremento en los problemas sexuales asociados a:
- Depresiones
- Ansiedades
- Malestar en las parejas
- Otras alteraciones emocionales
- Consumo de fármacos autorecomendados
Por tratar la más frecuente vamos a hablar de las personas que padecen una depresión, suave, intensa, grave o en apariencia inexistente, es decir la persona no percibe que está deprimido, pero al preguntarle en consulta si percibimos muchos síntomas de ella y que el paciente observa como relativamente normales o le encuentra una explicación, social, laboral, etc.
Uno de los principales síntomas de la depresión son los pensamientos negativizados, la disminución de la autoestima y las ideaciones catastrofistas.
La persona deja de fantasear sexualmente en positivo, no sale ni una sola idea agradable y divertida, todo son comparaciones, juicios destructivos “ves como mi chico si mira a otras, yo ya no le gusto”, “ves como mi novia se excita viendo porno, pero cuando me mira a mi no se excita nada” y un larguísimo etcétera de ideas irracionales sobre su propia sexualidad.
Esos pensamientos se vuelven rumiantes o reiterativos, la persona es incapaz de quitárselos de la cabeza y le asaltan en cualquier momento o situación, sobre todo si anticipa que puede tener una relación sexual, entra en algo que llamamos la cadena conductual, es decir
primero aparece un PENSAMIENTO de
“¡Oh! Hoy tengo que poder tener una relación con mi pareja”
Luego trata de percibir su propio estado de excitación y claro con ese pensamiento no se excita y SIENTE este estado de falta de excitación.
Lo que lo ANGUSTIA porque “sabe” que no va a poder, otro pensamiento destructor
Y así transcurre todo su día autoanalizándose y comprobando que su cuerpo no responde a los estímulos habituales. La disfunción sexual está asegurada y todo por la depresión que lo ha sumido en una serie interminable de pensamientos negativos.
Dejamos para otro capítulo las alteraciones emocionales y bioquímicas de la depresión.