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En las últimas semanas me he encontrado con varios casos en los que mis pacientes masculinos me han hablado del terror que les produce la idea de no “dar la talla”, terror que los lleva a acudir a consultar por disfunciones como eyaculaciones precoces, dificultades con la erección o eyaculaciones retardadas, pérdidas del deseo o evitación de encuentros sexuales.

Las disfunciones, en estos casos, no han presentado ningún problema orgánico que las justificase, muchos ya venían de ser tratados por médicos urólogos con toda clase de tratamientos químicos sin resultados satisfactorios. Cuando aprenderán mis colegas a diferenciar con algunas preguntas bien dirigidas, no hacen falta tantas pruebas diagnósticas que solo sirven en la mayoría de los casos para que los pacientes entren en hipocondrias pues sus dudas se sienten avaladas por las pruebas que sus médicos le hacen, -si me hacen una prueba es que también ellos sospechan que hay algo, y si no encuentran nada será porque mi problema aún no está en los libros.

Muchos de estos casos no presentan, tampoco, ninguna alteración psicológica como tal, salvo algunos casos de personas perfeccionistas o muy autoexigentes. Alguno arrastra alguna depresión generalmente causada por el sufrimiento de la misma disfunción, es decir no como causa sino como problema secundario a la misma.

Pero si hay algo que los une, el concepto erróneo de lo que debe ser la conducta sexual, a esto lo llamamos sociopatías, es decir cuando determinados hechos y conceptos sociales consiguen generar angustias, miedos o trastornos. Y es que la conducta sexual humana ha estado siempre regida por conceptos morales dictatoriales, antes las religiones y hoy además de estas la dictadura de la pornografía, las redes y el libre mercado con sus sostenimientos de mitos, mentiras y falsedades. Y estas ideas y conceptos modifican y trastornan en lo mental y en lo orgánico fundamental usando la vía que conocemos como el Eje Hipotálamo-Hipofisario y el Sistema Vegetativo.

Que el sexo es un placer parece haberse olvidado, se ha convertido en algo necesario y de obligado cumplimiento y sobre todo en medidor de tus capacidades como persona y en un bien de consumo.

El objetivo es quedar bien no disfrutar de las experiencias. Cuando se toma consciencia de lo experimental de esta conducta le perdemos el miedo pues lo que se experimenta puede salir bien, mal o regular, puede gustarte a ti y no a la otra persona o al contrario la otra persona quedar encantada y tu no. Pero la idea que nos da la pornografía es que no es una experiencia sino un acto que hecho de la misma manera debe dar siempre los mismos resultados. Y si no obtienes los resultados esperados es que no sirves porque no das la talla.

Nos venden una sexualidad mecánica, usa esto, maneja tal técnica, ponte esto, compra esto y así te aseguramos que tanto tu como tu pareja quedareis completamente satisfechos. Con tales mensajes no es de extrañar que muchos de los hombres que acuden a consulta vengan autoetiquetados como incapaces, impotentes, o simplemente inútiles para eso de dar o recibir placer.

Y es que los placeres se deben aprender, nadie nace con las sensibilidades desarrolladas, estas hay que atreverse a desarrollarlas. Y desde luego hay que perder de vista objetivos, marcas y miedos.

Si te sientes en esta situación no lo dudes más, te podemos ayudar a disfrutar plenamente de tu sexualidad.