Como sexólogo clínico con treinta y dos años de experiencia he de reconocer que algunos problemas tienen poca solución o son muy difíciles encontrarles alguna, pues el problema cuando acude a consulta ya no es solo una disfunción sexual, como un problema de erección o una anorgasmia sino que se ha convertido en un problema de relación de pareja en el que los sentimientos se han ido o han surgido tantas desavenencias que se hace casi imposible la recuperación del afecto mínimo o de un poco de deseo como para poder trabajar con ambos miembros de la pareja.
Otras veces es una enfermedad orgánica o psiquiátrica, con tantas complicaciones, tratamientos o tiempo de sufrimiento que ya hace casi imposible, también, el obtener mejoras sustanciales.
Pero hoy por hoy se resuelven todos o casi todos los problemas que se presentan en clínica.
Y en aquellos casos en que no se resuelven por la gravedad de la patología que los ha causado, siempre se consigue una importante mejora de la relación de la pareja.
Es cierto que en un buen desarrollo de clínica sexológica se han de tener en cuenta todos los factores que pueden intervenir en la aparición de las distintas disfunciones.
En la ilustración vemos un cuadro en el que en la parte izquierda hemos puesto todos los factores que hay que explorar en una persona, sea esta mujer u hombre, a la derecha los factores de su pareja, y en medio algunos de los que la propia relación establece como mecanismos de unión de esa pareja en cuestión. No explorar TODO el sistema y el resto de factores es cometer un gran error de diagnóstico.
Es raro ver una disfunción eréctil, por ejemplo, orgánica pura, pues para cuando la persona acude a consulta lo que sí que es cierto que pudo comenzar por un problema orgánico, como los efectos de una hipertensión y sus tratamientos médicos posteriores, al venir a la consulta ya no es eso solo el problema sino que, a base de evitar acercarse a su pareja por temor a “quedar mal” la relación ha perdido toda la espontaneidad a la que estaban acostumbrados. O él en su empeño de resolver sin que se entere nadie se ha dedicado a probar los mil “productos milagros” que ofrecen en Internet o han caído en la trampa de algunas clínicas de las que dicen resolver «en una sola sesión».
También es muy habitual que la persona, hombre o mujer, al hacerse consciente de que padece algún problema comience a «comprobar» su propio funcionamiento. Y así comienzan situaciones de todo tipo, masturbaciones obligadas frente a la pantalla del ordenador, cuando a muchos esa práctica de ver porno no les ha gustado nunca, o caen en -a ver si una «profesional del sexo» si consigue que me excite, o en búsquedas de relaciones esporádicas que solo acaban generando más conflictos y ansiedades.
También las disfunciones psíquicas alteran con el tiempo la respuesta orgánica y se complica rápidamente. Así un simple «gatillazo» que es como le decimos a ese día en el que sin causa aparente el pene no funciona. En realidad casi siempre hay una causa, haber bebido es una de las más habituales entre los jóvenes y adultos, otra los nervios, lo que llamamos ansiedad de ejecución y otras es un poco porque algunos de los factores que veíamos en el cuadro anterior se nos cruza en el camino. Esto que el caso de la mujer se traduciría en una perdida de excitación o una falta de orgasmo, ella algo más habituada a que esas cosas le ocurran no le da importancia, pero en el caso del hombre si se convierte en una preocupación inmediata que hace que el cuadro se perpetúe en el tiempo. Pero cuando pasa el tiempo lo que en principio era solo psíquico se acaba convirtiendo en una respuesta física de activación de la ansiedad sin que la persona la pueda controlar pues se hace un reflejo automático. Se somatiza, es decir se hace físico.
A veces, y desgraciadamente hoy muy frecuente, junto a la disfunción sexual aparecen cuadros de ansiedad o depresiones productos de las situaciones laborales, el paro o la pérdida de un estado económico o social que antes se tenía.
Por ello la Sexología clínica, una ya veterana ciencia, no se reduce a analizar los factores solo orgánicos o solo psicológicos, sino que trata de conocer todos estos además de los psico-sociales de la persona,su personalidad, su educación recibida, la vida social de la misma o los conceptos morales con los que la persona se distingue. No es nuestra labor juzgar, ni tratar de convencer a nadie de lo mejor o peor de sus ideas pero si es fundamental conocerlas para poder intervenir con eficacia.
En la Clínica Sexológica se resuelven casi todos los casos, cuando nos encontramos con problemas que superan nuestros conocimientos como especialistas, siempre podemos derivar a un especialista médico o psicólogo que trate las alteraciones que se han vuelto más serias y comprometen la vida sexual de la persona, pero para poder derivar, primero hay que conocer todos esos factores, saber analizarlos y distinguir los que sí están interfiriendo y los que no.
De aquí que la Sexología sea una ciencia Psicosomática, es decir a caballo en el estudio de lo Médico y lo Psicológico, así como lo social, etc…
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